Imagínense por un momento, que después de escribir este párrafo mi vida llega a su fin. Que justo en el momento en el que escribo el punto y final, mis ojos se cierran para no volverse a abrir jamás. Qué triste sería, ¿verdad? Sobretodo para mí.
A través de este ejercicio de imaginación, puedo pensar que si ésto fuese así, si realmente supiese que mi vida corre peligro y justo en qué momento sucederá, haría todo lo que está en mis manos para evitar este destino cruel e indeseado. Sería distinto si no se pudiera cambiar ese fatídico destino, pero ahora creamos que sí se puede lograr. Una posible solución sería no dejar de escribir este post nunca, dejándolo por siempre inacabado, sin publicar. Esto no tendría sentido, un post sin publicar es como una carta que nunca se envía, como un regalo que nunca se abre, como una vida que nunca se vive. Otra solución sería convertir este post en una charla interactiva, donde otras personas me ayuden a no finalizar el post, que sigan escribiendo para ayudarme a vivir, que cada mortal de este planeta ponga su granito de arena para ayudarme a seguir viviendo. Ahora que ya tengo la solución, necesito vuestro compromiso. ¿Me prestariáis cada uno de vosotros dos minutos de vuestra vida para ayudarme a seguir viviendo dos minutos más? Creo que la respuesta es que sí. Seguramente incluso lo decís con énfasi, y os sentiréis orgullosos de haberme ayudado porque, sinceramente, yo os estaría infinitamente agradecido.
Es por esta razón por la que solemos dejarnos llevar por la corriente de la moda del momento. Sabemos que hay millones de muertes anuales a causa de enfermedades curables. Sabemos que podemos ayudar a un número inimaginable de personas por muy poco, dedicando una parte muy pequeña de nuestras vidas. Pero creemos que es una labor de gran envergadura, que una ayuda de alguien con poder equivale a millones de ayudas de un simple ciudadano de a pie. Y por eso preferimos dedicarnos a vivir nuestra vida, llena de compromisos, problemas y quehaceres en lugar de dedicarla a vivir por los demás. Todos sabemos que algo no va bien en este planeta. ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a sacrificar todo lo que tenemos por la sociedad en general? A mi no me basta con ayudar a una persona. Quien puede ayudar a una persona, puede ayudar a otra, y otra, y otra. ¿En qué momento dejaríamos de ayudar a alguien para concentrarnos en el egosimo de continuar nuestra propia vida? Hacer eso, y no hacer nada, para mí es exactamente lo mismo.
No hay un inocente más que otro. Todos ellos se merecen la misma ayuda. Nosotros sabemos cual es el camino para cambiar esta sociedad. Pero aún así continuamos ayudando a aquellos que menos lo necesitan, porque éstos son los que nos dan seguridad y bienestar a NUESTRA vida.
Copio "Zona Cero" de Ismael Serrano:
La Zona Cero está en el alma de occidente,
cerca del corazón, en un solar de Manhattan.
Cayeron los gigantes. Lágrimas de septiembre.
Lágrimas de carne y metal.
El planeta contuvo la respiración.
Los hijos del ocaso se armaron en respuesta.
Que pena que no sepas repartir tu piedad.
También que cada herida en la piel de este planeta
es una Zona Cero que llorar.
Y abres otra herida repitiendo el mismo error.
La Zona Cero sangra en la ruinas de Kabul.
Una boca sin dientes sonríe bajo un burka.
La Zona Cero extiende sus manchas hacia el sur.
Y no hay septiembres ni lamentos
para esta tierra agujereada por el fuego.
Rodeado de alambradas, muy cerca de Belén,
En plena Zona Cero nació el hijo de un dios.
Los olivos se secan y Palestina ve
como bajo los escombros duermen
palomas que se esconden del invierno.
Y ahora tú, mi amor,
pequeña gran superpotencia
despiértame
y dime que las cosas va a marchar bien.
Que sembrarás de flores toda la ciudad.
Que me harás temblar.
Y ahora ven, mi amor,
salgamos a la calle bien temprano
para gritar
que en nuestro nombre nunca deberán cortar
las manos que sembraron,
que dieron calor.
Y si es en su nombre,
yo maldigo a dios.
Desde un hotel contempla la bella Scherezade,
cegada por las llamas, las calles de Bagdagd.
Las mujeres se esconden del lobo en Ciudad Juárez.
Y en un semáforo de Río de Janeiro
los niños comen plomo y papel de celofán.
En África la Zona Cero hincha los vientres
y llenará sus camas de sombras y delirios.
Un indio en una selva hoy sueña con serpientes.
Y en un café de Grozni los más viejos
lloran por la calma que no volverá.
Y ahora tu, mi amor,
pequeña gran superpotencia
despiértame
y dime que las cosas va a marchar bien.
Que sembrarás de flores toda la ciudad.
Que me harás temblar.
Y ahora ven, mi amor,
salgamos a la calle bien temprano
para gritar
que en nuestro nombre nunca deberán cortar
las manos que sembraron,
que dieron calor.
Y si es en su nombre,
yo maldigo a dios.